Remembranzas de Kanasin.

 

Que diferente es Kanasin de aquel Kanasin de mis ayeres, cuando acompañaba a mi madre a realizar sus compras al mercado. En aquel entonces el actual mercado no existía, las aceras y calles aledañas a la iglesia fungían como mercado al aire libre, muy a la manera de los mercados árabes Holliwoodenses.

En la esquina de la 19 por la 20 se encontraba el puesto de carne de Don Laureano Solís alias “Patos”, exactamente a la puerta de la tienda de don Pedro Pablo, en otra acera la cantina “El toro embolado” de don Agapito Herrera iniciaba sus labores desde temprano y mas allá la carnicería de don Madaleno Fernández, exactamente a un lado de la peluquería de don Víctor Ramírez.

Sobre la calle 20 a 50 metros de Don Laureano se veía la casa y carnicería de Don Valentín Herrera., hombre hoy recordado después de muerto por sus múltiples hazañas beisboleras.

Frente a Don Laureano, pegado al atrio de la iglesia se hallaba la lonchería “La pequeña Susana” de Don Luis Herrera, antecesora de lo que hoy es la famosa lonchería “La Susana Internacional”, por el lado izquierdo la carnicerías de Don Manuel Solís alias “el tigre”, hermano de Laureano, ambos hoy difuntos pero con una cantidad sorprendente de descendientes.

Mas allá de estos puestos el tendejón y bar “La Reforma” de Don Daniel Herrera alias Non Nelo demarcaban los límites territoriales de la zona comercial y frente a él la carnicería de don Albino Bojorques y su numerosa familia..

A la derecha y ubicada en la mera esquina frente al parque se encontraba la lonchería de Don José Lino Herrera. Los salbutes, panuchos y caldos que ahí se expedían son memorables.

Al frente de la iglesia se destacaban las refresquerías, de ellas recuerdo “El rebelde” de don Julio Herrera alias don Julián con sus famosos preparados y la tienda las “Agencias Unidas” de don Fernando Echeverría.

Frente a “Las Agencias Unidas” a orillas del palacio municipal don Pancho Rosales refrescaba a chicos y grandes con sus incopiables sodas de sabores tropicales.

Al otro lado del parque los antojitos regionales de Doña Cica y don José de la Rosa Marrufo hacían pecar a mas de uno en mas de una ocasión. A escasos 10 metros el puesto de madera de Don Polo Medina ofrecía agua de coco a los que tengan los 20 centavos (de los antiguos pesos) para pagarlo.

Las mañanas de los domingos eran para ir a desayunar suculentos tacos de cochinita con Don Benedicto Solís alias Don Nito Kin. Que bárbaro, que majestuosa eran su cochinita. El colocaba su puesto en la esquina noreste del parque. A escasos metros de donde hoy Doña Eloisa Marrufo vende los fines de semana el mundialmente famoso “higadito kanasinense”, precisamente junto a un monumento adornado con una mano sujetando una antorcha, que la luz del tiempo y la penumbra de la ignorancia se encargaron de desaparecer.

A las 9:00 de la mañana el ruido de la locomotora entrando al poblado proveniente de Peto o de Sotuta hacia a la gente mover el rostro hacia la estación.

Aquellos tiempos marcaron la vida para todos los habitantes de todo un municipio. Hoy eso es tan solo  historia, es pasado, es recuerdo.

 

Pedro E. Gorocica Orozco

kanasinero@yahoo.com,

 Kanasin, Yuc. 20 de junio del 2001



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